jueves, 10 de marzo de 2011

Cientos de personas entierran un año más a la Sardina.

El Cerro fue uno de los enclaves con
más congregación de personas.
Rozando el ecuador del Carnaval ruteño, en la noche del 09 de marzo Rute se vistió de ‘luto’ para acudir masivamente al Solemne Entierro de la Sardina 2011, que ya es una tradición en nuestro pueblo desde hace diecisiete años cada Miércoles de Ceniza.

La Sardina y toda la comitiva fúnebre recorrieron las principales calles de nuestro pueblo, hasta altas horas de la madrugada. Los asistentes al Entierro se encargaron de dar la extrema unción al pez fiambre con los sagrados licores de nuestra localidad, que tan bien vienen para estas ocasiones. La Sardina estuvo acompañada en todo momento por multitud de dolientes, los cuales provenían de distintos puntos de la geografía española; aparte de Rute, como es lógico, acudieron desde Montilla, Lucena, Córdoba, Cabra, Madrid, Sevilla o Valencia, entre otros. Además, durante todo el recorrido, acompañó a la comitiva la Charanga 'Los Piononos', que fueron los encargados de animar la fiesta.

Dada la probabilidad de lluvia (que al final no hizo acto de presencia), a la Sardina se le dotó de un ataúd para protegerla de las inclemencias meteorológicas. En un letrero colocado en el armazón, y junto a una gran  fotografía del Presidente del Gobierno podía leerse: ‘Sardinita, nos veremos… hasta los 67 añitos’. Imaginación que no falte.

El Sepelio comenzó sobre las 22:30h desde el Paseo Francisco Salto, y culminó con la quema de la Sardina en la zona de marcha de Rute, sita en la calle Málaga, donde como es tradicional se pudo disfrutar de una gran paella para todos los asistentes.

Esa misma tarde, los pequeños también tuvieron su peculiar Entierro de la Sardina a pesar del mal tiempo. Acortando el recorrido pero con muchas ganas, los escolares de los tres colegios ruteños se unieron como vienen haciendo desde hace unos años para que no se pierda esta tradición. El lugar de partida del cortejo fue el Colegio Fuente del Moral, dirigiéndose hasta el de Los Pinos, completando así la ruta. Allí, la Sardinita fue quemada entre los sollozos de los dolientes, pero calmando la pena con una merienda a base de chocolate y bollos de aceite. Un final feliz, sin duda.

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